En un pequeño estudio lleno de luz natural, donde los pinceles danzan sobre lienzos y las acuarelas cobran vida, Anastasia transforma lo ordinario en extraordinario. Pero su historia comenzó mucho antes, en 1982, cuando una niña de cuatro años descubrió que el mundo era más hermoso a través de los colores.
40+ años
de pasión por el arte
Como las primeras gotas de lluvia que presagian una tormenta creativa, la joven Anastasia comenzó a pintar antes de aprender a escribir. A los ocho años, mientras otros niños jugaban en el patio, ella ya estaba sumergida en su primer amor verdadero: la escuela de pintura. Cuatro años después, su talento innato la llevó a un programa académico especializado en arte, donde sus pinceles comenzaron a contar historias cada vez más elaboradas.
El año 2000 marcó un punto de inflexión. Con una brillantez que rivalizaba con sus propias pinturas, Anastasia ingresó a la universidad para estudiar Diseño Gráfico. Allí, sus manos aprendieron nuevos lenguajes: logos que susurran identidades, ilustraciones que cobran vida y grabados que cuentan historias sin palabras.
Como una mariposa emergiendo de su crisálida, la siguiente década vio a Anastasia sumergirse en el mundo del óleo y el acrílico. Pero fue su encuentro con la acuarela lo que verdaderamente definió su estilo. Las transparencias y los fluidos trazos se convirtieron en su firma, dando vida a ilustraciones que parecen respirar, retratos que capturan el alma y arte de moda que desafía lo convencional.
Cuando el mundo se detuvo durante la pandemia, el arte de Anastasia evolucionó. En medio del silencio global, encontró su voz más fuerte: comenzó a dar nueva vida a materiales olvidados, transformando prendas en lienzos ambulantes y residuos en tesoros. Este giro inesperado la llevó a ferias de artesanos, donde sus creaciones únicas encuentran nuevos hogares y cuentan nuevas historias.
"Cada pieza que creo es una parte de mi historia, y ahora puede ser parte de la tuya."